Dentro de poco tendremos un búnker de prácticas en Quinto Coto. Hacía falta.
Para muchos caer en búnker es una bendición. No sólo consiguen sacar la bola. Además la colocan donde quieren.
Para la mayoría de nosotros, sin embargo, pobres amateurs, es un suplicio.
Esto hace que no sólo perdamos golpes en el búnker. Sino que huyendo de ellos, acabamos dando más de los que deberíamos: apuntamos al lado contrario de donde estén, tiramos más cortos o más largo para evitarlos y, en definitiva, los huimos.
Pronto podremos practicar y mejorar. El miedo no ayuda nada en este juego.
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