Lo que más me gustó de la vuelta de ayer, fue, cómo saqué de búnker en el último hoyo que hicimos.
Uno de mis compañeros de partida me dijo: muy bien, hasta la has frenado. Y esto fue suficiente para que me viniera contento.
Pero la vuelta tuvo de todo. Golpes malos y buenos. Como casi siempre. Nunca he tenido un recorrido perfecto, ni ninguno en que todo lo hicera mal. Debe ser por eso por lo que seguimos jugando. Por el deseo de de aprender a hacerlo bien, y con la esperanza de que se convierta en algo habitual.
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